Para poder competir en el mundo actual, las empresas requieren de dos condiciones fundamentales que deben ser provistas por la tecnología informática: flexibilidad y agilidad .

La administración de las tecnologías informáticas tiene como oficio principal la presentación de información oportuna, veraz y económica para la toma de decisiones que generen resultados.

La estructuración entonces de los diferentes componentes de la tecnología se convierte en la tarea preponderante de los directores de la tecnología informática de tal manera que se puedan cumplir los objetivos corporativos, los de ahora y los futuros.



Y es ahí donde está la clave, en el futuro. Si el mundo se detuviera, siquiera por unas pocas semanas, podríamos tener la posibilidad de sentarnos a pensar en las diferentes alternativas que se presentarán en el futuro y armar los escenarios respectivos y estructurar las soluciones para responder a todas las variables. Esto sería en el mundo ideal, pero el mundo real no da estas gabelas.

Al inicio era muy fácil planear las tecnologías informáticas, porque realmente no había mucho de donde escoger. Adicionalmente el impacto de las tecnologías informáticas en la estrategia del negocio tampoco era representativo, por lo que las primeras aplicaciones de tecnología estaban orientadas a automatizar procesos manuales con el único objetivo de reducir costos.

Hoy pocos podrán alegar que desde la más mínima tarea en la empresa hasta el desarrollo y ejecución de estrategias competitivas están basadas en la tecnología, o por lo menos la requieren en gran medida. Adiciona a la situación en su complejidad, los requisitos modernos de los negocios. Las empresas para poder competir en el mundo actual requieren de dos condiciones fundamentales: flexibilidad y agilidad.



La flexibilidad implica poder hacer «de todo lo que tenga que hacer» para acomodar los requerimientos de mi cliente y así mantenerlo satisfecho y garantizar la repetición en su compra. Agilidad implica hacerlo, no lo más rápido posible, sino con la velocidad con que lo requiere el cliente. Como se puede inferir, todavía manda el cliente, con el agravante de tener una competencia mayor, capaz en algunos casos de atender con esa flexibilidad y agilidad a los mismos clientes.

Es claro que flexibilidad y agilidad no han sido términos fácilmente utilizables cuando se habla de los sistemas de información y las tecnologías respectivas. En la academia se enseña que se necesitan los «requerimientos del usuario claramente definidos» para poder desarrollar el sistema de información, y que además «toma tiempo» para «analizar, diseñar, construir, probar e implementar» la solución.

Se presenta una situación compleja para la empresa que no esté adecuadamente preparada. Hoy las estrategias se fincan sobre la tecnología informática. Y de la misma manera se modifican cuando el mercado lo exija, requiriendo cambios en tiempo record.

Afortunadamente se pueden fijar políticas en la construcción y administración en la tecnología informática de tal manera que se pueda responder en forma ágil y flexible a los requerimientos del mercado. Se exigen entonces estándares de industria en cada uno de los componentes de la plataforma tecnológica (desde los equipos hasta la interfase del usuario, pasando por las bases de datos, las comunicaciones, las aplicaciones, el sistema operativo, etc.) de tal manera que cada nuevo requerimiento pueda ser incorporado modularmente en los sistemas ya existentes.



El desarrollo de soluciones modulares tanto en la industria como al interior de la empresa, con módulos (valga la redundancia) basados en estándares permitirá entonces que con la agilidad que requiera la empresa, se pueda moldear la solución informática necesaria para atender el mercado. Ya no hay excusa para trabajar con tecnologías fuera del estándar, así como tampoco lo hay para que una empresa no pueda generar ventajas competitivas con base en la tecnología informática.

Se requiere estar constantemente atentos a los desarrollos tecnológicos que brinden apoyo bien sea en la flexibilidad o en la agilidad, y si es en ambos sentidos, dos veces mejor. El Plan Estratégico de Tecnología debe establecer estrategias que aumenten la flexibilidad y agilidad de la empresa en su tránsito hacia una empresa digital.

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