Para que la tecnología sirva de base para las estrategias, tiene que estar «ordenada la casa» primero.  De lo contrario, el impacto de la tecnología sobre las estrategias podría ser hasta negativo.

Depende, sería la primera respuesta a la pregunta de quién fue primero, si el huevo o la gallina. Pero este depende tiene formas de resolverse, por lo menos en cuanto al impacto de la tecnología informática y de comunicaciones en la estrategia del negocio.

Es claro que estas dudas se resuelven a partir de un plan estratégico de tecnología informática y dependen del estado de madurez en la cultura informática de la empresa y cuánto haya avanzado por la pirámide de los procesos corporativos para determinar si primero será la estrategia y luego la tecnología, o si por el contrario, con la tecnología y apalancados en ella, se generan las estrategias.



El objetivo es el segundo, que las tecnologías sean las que habiliten y permitan la conformación de estrategias corporativas que generen ventajas competitivas, que en últimas aumenten la rentabilidad y la satisfacción de los clientes.

Sin embargo no se puede llegar a él sin pasar por el primero. Es decir, se tiene que organizar la casa antes de hacer la fiesta. El proceso de Planeación Estratégica de Tecnología Informática en sus primeras versiones, por lo general arroja unas conclusiones orientadas precisamente a este ordenamiento. Se define una arquitectura de aplicaciones (que procesos y datos se tendrán en un sistema de información), una arquitectura de la red (dónde estarán los procesos y los datos, o desde donde se pueden acceder). Se acompaña con un análisis de brecha, donde se determina cómo está la empresa con base en las arquitecturas definidas, y se generan proyectos que permitan cubrir la brecha.

También se generan unas políticas sobre el manejo de la información al interior de la empresa, la responsabilidad sobre la misma, si se desarrolla o se compran aplicaciones, si se centraliza o se distribuye, y en general los lineamientos administrativos para garantizar que las arquitecturas y procesos definidos puedan tener continuidad y sostenibilidad.

El desarrollo de las arquitecturas se basa en esa pirámide de procesos que normalmente incluye procesos operativos, procesos tácticos y procesos estratégicos. En las primeras versiones de los planes estratégicos se encuentran muchas inconformidades inclusive en la aplicación de las TIC a los procesos operativos, por los que los proyectos de reducción de brechas están orientados a la productividad operativa.



También se albergan, con la posibilidad de implementar grupos de aplicaciones integradas, mejoras a los procesos tácticos de asignación de recursos tanto humanos, como financieros y de materiales.

Estos procesos permiten que en la segunda o tercera versión de un plan estratégico de TIC ya se puedan impactar los procesos estratégicos, es decir, la construcción de estrategias comerciales apalancadas en la tecnología existente. O la generación de un proceso de atención al cliente para mejorar la satisfacción del mismo, apalancado en un CRM o sistema de fidelización.

Queda todavía un tema pendiente, y es la diferenciación entre la tecnología que es parte de los productos, y la que es parte del proceso táctico o estratégico. Por ejemplo, para la industria financiera es indispensable que los productos estén soportados sobre tecnología, desde el proceso de los intereses de una cuenta de ahorros, hasta el acceso por un portal de Internet a hacer pagos electrónicos. Esta tecnología se exige por industria, ya que no se concibe un banco que no permita efectuar transacciones electrónicas. En este caso, la inversión en tecnología es simplemente un costo de lo vendido y no se puede considerar como inversión o como gasto.

Concluyendo, la primera versión del plan estratégico de tecnología informática y comunicaciones generará cierre de brechas en la parte interna (es decir, ordena la casa) para que en las siguientes versiones se puedan aplicar y generar estrategias con base en las tecnologías implementadas, para generar ventajas competitivas y subir la barrera de entrada para proteger los clientes.

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